Pidamos hoy al Señor que todos los padres y los educadores del mundo, como también la sociedad entera, sean instrumentos de la acogida y el amor con el cual Jesús abraza a los más pequeños. Él mira sus corazones con la ternura y la diligencia de un padre y al mismo tiempo de una madre. Pienso en tantos niños hambrientos, abandonados, explotados, obligados a la guerra, rechazados. Es doloroso ver las imágenes de niños infelices, con la mirada perdida, que huyen de la pobreza y los conflictos, que llaman a nuestras puertas y a nuestros corazones implorando ayuda. Que el Señor nos ayude a no ser una sociedad-fortaleza, sino una sociedad-familia, capaces de acoger con reglas adecuadas, pero acoger, acoger siempre, con amor. ÁNGELUS 4 de octubre de 2015